Hasta el trabajo más increíble que imaginemos llega a aburrir si no ponemos algo de nuestra parte. Puedes aborrecer ese puesto que parecía ideal, del mismo modo que es posible amar una tarea que antes considerabas odiosa.
La solución: reinventa tu profesión cíclicamente.
En las curiosas clasificaciones que analizan los mejores trabajos del mundo, Ben Southall suele llevarse la palma. Hace tres años fue elegido entre 35.000 candidatos de todo el planeta para convertirse en una especie de vigilante-bloguero-relaciones públicas de una isla paradisíaca en un arrecife de coral australiano.
Este británico de Petersfield dejó hace tiempo su trabajo en Hamilton Island al finalizar el contrato, pero recientemente concedió al diario Daily Mail una entrevista en la que agradecía la experiencia, aunque recordaba que, en contra de lo que puede parecer, había tenido demasiado trabajo. Sin olvidar que durante su estancia sufrió una grave picadura de medusa y fracasó en la relación con su antigua novia.
No es oro todo lo que reluce, ni siquiera en el mejor empleo del mundo, lo que lleva a preguntarnos si es posible que lleguemos a cansarnos de un trabajo aparentemente ideal, hecho a medida para nosotros. ¿Qué factores pueden precipitar el que nos hastiemos o decidamos abandonarlo?
Renovación constante