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EE.UU. evalúa un ambicioso tratado de libre comercio con la UE




Se trataría de uno de los pactos de libre comercio más complejos y ambiciosos de la historia, que abarcaría la mayor alianza económica del mundo con cerca de US$927.000 millones de bienes y servicios transados al año.

Estados Unidos considera iniciar negociaciones con miras a firmar un acuerdo de libre comercio transatlántico que abra los protegidos mercados agrícolas de Europa, elimine aranceles y reduzca las normas que frenan el comercio y la inversión transfronteriza.

Los funcionarios europeos están deseosos de empezar las negociaciones de cara a un acuerdo que consideran como una fuente muy necesaria de crecimiento para una región que corre el riesgo de caer en su segunda recesión desde que se desató la crisis financiera. Aunque la política comercial normalmente divide a los países de la región, los 27 gobiernos que integran la Unión Europea respaldan el lanzamiento de las conversaciones.

El gobierno estadounidense, por su parte, está más dispuesto a negociar que en años anteriores, a pesar de que el entusiasmo es menor que el exhibido por los europeos. EE.UU. considera un amplio acuerdo de libre comercio como una forma de abrir los mercados agrícolas de Europa y, posiblemente, flexibilizar las restricciones sobre los cultivos transgénicos que ha criticado durante años. Funcionarios estadounidenses dicen que aún no se ha tomado ninguna decisión política para iniciar negociaciones de este tipo y recalcan que el presidente Barack Obama es partidario de un pacto siempre y cuando sea “amplio”, abra los mercados europeos a las exportaciones agrícolas de EE.UU. y pueda ser concluido de forma relativamente rápida.



Representantes de la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE, y de la oficina del Representante Comercial de EE.UU. se han venido reuniendo durante el último año con el fin de producir un informe que esboce las pautas que deben seguir las conversaciones. Michael Froman, consejero adjunto de seguridad nacional de la Casa Blanca, viajó a Bruselas en diciembre para analizar un pacto.

“Este no es un acuerdo fácil”, manifestó en una entrevista el comisionado de comercio de la UE, Karel De Gucht. “Es algo que cambiará las reglas del juego, si se logra”.

Robert Hormats, subsecretario de Estado estadounidense para asuntos económicos, energéticos y agrícolas, reconoció en un reciente discurso que un acuerdo ambicioso aporta “beneficios substanciales”. Para alcanzarlo, no obstante, “numerosos asuntos complejos y de vieja data necesitan ser resueltos. Queremos tomarnos el tiempo para tratar bien los temas de fondo, de modo que cualquier pacto que negociemos maximice oportunidades económicas generadoras de empleo a ambos lados del Atlántico”.

Aunque los aranceles entre EE.UU. y la UE apenas promedian 2%, el enorme volumen anual de intercambio de bienes, alrededor de US$593.000 millones al año, produciría cuantiosos ahorros generales. Las grandes multinacionales, que suelen tener grandes inversiones en las dos economías, también están ansiosas para que se ponga punto final a las regulaciones que bloquean la inversión extranjera, como las reglas que limitan la propiedad foránea en ciertos tipos de infraestructura.

Sin embargo, el principal beneficio de un acuerdo sería la eliminación de regulaciones en torno al comercio. Una de las prioridades de la agenda europea es la revocación de las restricciones sobre las compras del gobierno estadounidense de bienes y servicios europeos. Esto es difícil para Washington puesto que muchas de estas decisiones no son tomadas por el gobierno federal sino por los estados, algunos de los cuales tienen leyes que los obligan a priorizar la compra de bienes estadounidenses.

La Comisión Europea estima que un acuerdo elevaría en 0,52% el Producto Interno Bruto de la UE a largo plazo, equivalente a unos 120.000 millones de euros, US$158.250 millones. La economía de EE.UU. también se beneficiaría, dicen funcionarios de las dos partes. Estos lazos son clave, a pesar de que el comercio entre EE.UU. y la UE ha descendido durante la última década como porcentaje del total, conforme crece el intercambio con China y el resto de Asia.

Fuente: The Wall Street Journal
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