Profesionales menores de 30 años están ingresando al cerrado mundo de las juntas directivas de empresas latinoamericanas. Si bien es una práctica que está creciendo lentamente por Argentina, Chile y Ecuador, en las firmas que lo están ejecutado afirman que ayuda a refrescar visiones, horizontalizar la organización y asesorarse sobre temas dominados por los más jóvenes.
¿Qué pasaría si en medio de la reunión de directorio se sienta el pasante que llegó hace tres semanas y no sólo observa, sino que opina? El escenario donde se define la estrategia y política relacionadas con el control interno de la compañía, sumado a un espacio que sirve de enlace entre la sociedad y sus accionistas, está cambiando. Eso al menos en grandes compañías latinoamericanas, que buscan mediante la incorporación de jóvenes profesionales, generar un lazo entre ellos y los altos directivos, refrescar visiones respecto al negocio que contribuyan a acercarse de forma efectiva a los consumidores.